miércoles, 30 de marzo de 2016

Edith Stein

EDITH STEIN (1891- 1942)

Santa Teresa Benedicta de la Cruz; Breslau, Auschwitz. Filósofa y religiosa alemana de origen judío que fue víctima de la barbarie nazi, tras producir importantes obras teológicas. Perteneciente a una familia judía, se convirtió al catolicismo, adoptando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz al tomar los hábitos, y descubrió a Tomás de Aquino, Duns Escoto y San Juan de la Cruz. Su obra filosófica constituye un nexo fundamental entre el cristianismo y la fenomenología de Husserl, de quien fue discípula. Su tesis El ser finito y el ser eterno, escrita en 1933, no fue publicada hasta 1950.


Santa Teresa Benedicta de la Cruz [Edith Stein]

Hija de una familia hebrea practicante, fue educada según las tradiciones de su pueblo y su religión; no obstante, pronto perdió la fe de sus antepasados, a pesar de lo cual conservó un ideal moral intenso. Sedienta de verdad, se dedicó todavía muy joven a los estudios filosóficos. Frecuentó la Universidad de su ciudad natal y las de Gotinga y Friburgo de Brisgovia. En esta última fue discípula del filósofo Edmund Husserl, y luego de haberse graduado en filosofía (1916), auxiliar del mismo durante breve tiempo.

Tras la muerte de un colega suyo, Adolf Reinach, vivió en casa de su viuda y se encargó de la ordenación de los textos del difunto. Allí se relacionó por vez primera con un cristianismo vivo, en el seno de una familia duramente probada por el dolor. El contacto con Max Scheler y, finalmente, la lectura de la Vida de Santa Teresa de Ávila la ayudaron a convencerse de la verdad del catolicismo. El primer día del año 1922 recibió el bautismo y asumió el nombre de Theresia Hedwig.
Entre 1923 y 1931 enseñó en el Instituto de Santa Magdalena de Speyer, perteneciente a la orden dominicana, y vivió junto a las monjas como una de ellas. En 1932 fue llamada al Instituto Germánico de Pedagogía Científica de Münster. Su actividad pública, sin embargo, se vio bruscamente interrumpida por el principio de la persecución contra los judíos, circunstancia que Edith Stein consideró propicia para la realización de un sueño acariciado hacía ya largo tiempo y para ofrecerse a Dios por la salvación de su pueblo; y así pidió, con una humildad conmovedora, ser admitida en el convento de carmelitas de Köln-Lidenthal. En el acto de la toma de hábito (abril de 1934) le fue impuesto el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz.

Durante el período 1930-33 se había dedicado a los temas de pedagogía y formación femenina. Los textos de estos años, junto con un breve ensayo sobre Santa Isabel de Hungría, fueron reunidos en el volumen Formación y vocación de la mujer (1949). En el curso del primer año de vida carmelita escribió La oración de la Iglesia y El misterio de Navidad, dos interesantes opúsculos llenos de profundo y genuino sentimiento religioso. Luego, por consejo de sus superioras, compuso la monumental obra El ser finito y el ser eterno (1950), en la que examina todo lo creado e increado para llevar a cabo una síntesis entre Santo Tomás de Aquino y la filosofía moderna; en cuanto a esta última dio una preferencia singular a la ideología de la escuela fenomenológica de Husserl.

En la obra "Ser finito y Ser Eterno", E. Stein nos induce a presuponer que el concepto de verdad es la convergencia sintética del Aristotelismo, Tomismo y de la Fenomenología: la verdad es el Ser mismo que se abre espacio, que se revela, que se manifiesta, que se descubre, a la inteligencia humana.


Contexto en el cual vivió

Edith Stein "judía, conversa, carmelita, importante filósofa cristiana, mártir", nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau. En la familia era la menor de cinco hermanas y dos hermanos. Su padre, Siegfrid Stein, era comerciante mayorista en maderas y murió siendo ella todavía una niña.

Su madre, Augusta Courant de Stein, logró con gran energía y esmero hacer del negocio familiar, que el padre había dejado endeudado, una compañía de prestigio. Ella misma una judía de arraigadas convicciones, llevaba una vida de profunda piedad y gran fidelidad a la ley. Edith Stein, en cambio, se había alejado ya en sus años de estudiante de la fe judía. "En aquellos años", dice ella, "abandoné conscientemente y por propia decisión el hábito de rezar". Edith era una niña muy alegre y despierta y fue siempre una alumna excelente. También como estudiante universitaria destacó sobre los demás estudiantes debido a su extraordinario talento. En Breslau y Gotinga estudió letras germánicas, historia y sociología; su preocupación principal fue, sin embargo, la filosofía, cuyos estudios concluyeron con exámenes brillantes.

Como segunda característica de la joven Edith se puede mencionar el apasionado interés por los acontecimientos políticos de su tiempo y su pronunciada conciencia de responsabilidad social. Con insospechado énfasis se comprometió en la lucha por la igualdad de los derechos de la mujer y nunca pudo aceptar una actitud indiferente frente a los acontecimientos sociales y políticos de su época. Ya durante su primer semestre en la universidad se dedicó a dar cursos complementarios para trabajadoras y empleadas en la organización que se podría considerar precursora de la actual universidad popular alemana. Siempre le estuvo agradecida al estado alemán, pues éste le posibilitaba, a través de la universidad, descubrir los tesoros de la sabiduría humana y en gesto generoso se decidió a hacer de su profesión un acto de servicio al pueblo. En sus escritos se puede entrever cuán profundamente la conmovieron los sucesos bélicos que acosaban a su patria. Tanto, que se comprometió activamente en la primera guerra mundial y en la segunda hizo entrega valiente de su propia vida. En 1915 interrumpió sus estudios, inició su aprendizaje como ayudante de enfermería en la Cruz Roja y trabajó en un hospital de prevención de epidemias; en 1916 trabajó como suplente en una escuela secundaria de Breslau.


Principales aportes a la filosofía

La filosofía de Edith Stain es una combinación original de fenomenología y pensamiento escolástico.
Para Edith S. La feminidad nos ofrece una misión excelsa: Llevar a plenitud los valores humanos que hay en uno mismo y en los otros. Dice que la  misión de la mujer es: Ser instrumentos en las manos de Dios y realizar su obra en el lugar donde Él nos coloca. Si la cumplimos, entonces realizamos lo mejor de nosotras para nuestro ambiente y, por consiguiente, también para todo el pueblo”. (“ Valor de la feminidad para la vida del pueblo”).

Su preocupación por la mujer nace de la conciencia que tiene de la dignidad humana, la cual se basa  en la afirmación del hombre  como imagen de Dios o como ella solía expresar: El ser finito participa del ser eterno de Dios. Veía la maternidad como una participación en la obra creadora del Padre, de otra forma se desnaturaliza su valor  original; sin embargo, hoy en día se la tiende a ver como una carga o como un problema que hay que evitar.

Para Edith Stein la misión-vocación de la mujer en  el mundo es muy importante , dice que la ausencia de la mujer y de sus valores propios pone en peligro la realización de la misma humanidad, y también  ayuda a comprender lo que el mundo y la Iglesia han perdido en su historia por mantener discriminada a la mujer.

Otra aportación de Edith  Stein es su concepto de ser humano,  este es un ser capaz de Dios.
Descubrió que la verdad del hombre existe, es real y que está en lo más profundo de cada persona y esto constituye su dignidad y la base de su felicidad y  plenitud (esta es una aportación fundamental teresiano –sanjuanista). Hoy día en este mundo que vivimos aquí en Europa materialista, consumista y racionalista, la  visión del hombre que nos ofrece Edith choca e interroga. Yo diría que da la respuesta al vacío existencial de esta forma de vida.


Pensamiento principal del filosofo

El pensamiento de Edith Stain surge en la encrucijada de las corrientes filosóficas del primer tercio de siglo, que tratan de repensar la realidad histórica, cuestionada por el drama de la primera guerra mundial (1914-1918). Ella participa en esta guerra como enfermera auxiliar en un hospital militar austriaco (1915), mientras prepara su tesis doctoral de Filosofía, bajo la dirección de Edmund Husserl. En la segunda guerra mundial (1940-1945), donde ella misma es víctima. Si en la primera lo hace prestando un servicio en la segunda lo hace entregando su vida. Es la mejor confirmación de que su pensamiento filosófico no es ajeno a la vida; no es una abstracción de la realidad, sino la inmersión más profunda de ella.

Desde su condición de filósofa y posteriormente cristiana, se siente protagonista de la historia. Participa de lleno en los acontecimientos, tratando de reconciliarlos por los caminos de la verdad y de la convivencia humana; primero, desde las exigencias de la racionalidad filosófica; segundo, desde las exigencias de la fe cristiana.

Esta condición no responde, a dos etapas de su vida, sino a dos perspectivas que en ella se complementan y se potencian. Como Edith Stein, desde su condición de filósofa en el ámbito de la fenomenología, se va abriendo progresivamente a la verdad como fenómeno cristiano; y el descubrimiento de la verdad de la fe redimensiona su pensamiento filosófico, dando paso a nuevos horizontes y dejándose cuestionar por nuevas experiencias de vida.

Por eso este tipo de planteamiento nos concientiza sobre un tópico que ha tenido, tiene y tendrá vigencia mientras el ser humano siga buscando: una razón, un camino o una finalidad que explique o al menos justifique su tránsito terreno. Específicamente nosotros hipotéticos conductores de almas nos abrimos nuevos horizontes en el manejo de nuestra verdad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario