Ludwig Wittgenstein (1889-1951)
El
pensamiento filosófico de Wittegenstein suele dividirse en dos períodos: el
primero gira en torno a su primer trabajo, el Tractatus lógico filosófico,
publicado en 1923, donde adoptaba un punto de vista lógico para el escrutinio
del lenguaje. El segundo trabajo se trato sobre las investigaciones
filosóficas, publicadas de manera póstuma en 1953, donde llega al
convencimiento de que el punto de vista adecuado es de carácter pragmático; no
se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar como
aprendemos a hablar y para qué nos sirve. Éstos dos trabajos son tan
diferentes, que a veces se habla de un primer Wittgenstein o Wittgenstein del
tractatus y de un segundo Wittgenstein o Wittgenstein de las investigaciones.
En cuanto al filósofo Heidegger, estuvo orientado por la filosofía del sentido
del ser, realiza su análisis existenciario ontológico del hombre, esto se le
convierte en una herramienta hermenéutica de la existencia humana
comprender significa entender. El lenguaje configura su esencia y también la
condiciona, no se sitúa bajo la analítica existencial sino bajo la ontología
del lenguaje. Gadamer es el filósofo creador de la teoría de la hermenéutica
dentro de un espacial desarrollo ontológico e histórico en el que busca
destacar el acontecer de la verdad y el método necesario para llegar a ese
acontecer; el aporte de este filósofo con respecto a la hermenéutica fue su
visión como metodología universal y forma lógica superior que precede a
comprender los métodos particulares de la ciencia. Fue un estudioso de los
textos y afirma que éstos se interpretan a través de la historia.
WITTGENSTEIN Y LA
FILOSOFÍA DEL LENGUAJE
Ludwig
Wittgenstein nació en Viena el 26 de abril de 1889, de Karl y
Leopoldine Wittgenstein. Fue el más joven de ocho hijos, nacido en una de las
familias más prominentes y ricas del Imperio austrohúngaro. Sus abuelos
paternos, Hermann Christian y Fanny Wittgenstein (que era una prima primera del
famoso violinista Joseph Joachim), eran ambos nacidos en
familias judías pero más tarde convertidas alprotestantismo, y
después de que se trasladaran de Sajonia a Viena en los años 1850,
asimiladas en las clases profesionales protestantes vienesas.
El padre de
Ludwig, Karl Wittgenstein, se convirtió en un industrial e hizo su fortuna con
el hierro y el acero. A finales de los años 1880, Karl controlaba
un monopolio efectivo sobre los recursos del hierro y el acero dentro
del imperio y fue uno de los hombres más ricos del mundo. Finalmente, Karl
transfirió mucho de su capital a propiedades inmobiliarias, acciones de
capital, metales preciosos y reservas de divisas extranjeras, que estaba
esparcido a través de Suiza, Austria, los Países Bajos y América del Norte. Por
consiguiente, la riqueza colosal de la familia fue aislada de las crisis de
inflación que siguieron en los años posteriores.
La madre de
Ludwig, Leopoldine Kalmus, nació de un padre judío y una madre católica, y
era una tía del ganador del premio Novel Friedrich Hayek
por parte materna. A pesar de la conversión al protestantismo de sus
abuelos paternos, los hijos de los Wittgenstein
fueron bautizados como católicos romanos, la fe de su abuela materna,
y Ludwig recibió un entierro católico romano después de su muerte.
Ludwig creció en
un hogar que proporcionaba un ambiente excepcionalmente intenso para la
realización artística e intelectual. Sus padres eran aficionados a la música y
todos sus hijos tuvieron dotes intelectuales y artísticas. El hermano mayor de
Ludwig, Paul Wittgenstein se convirtió en un pianista concertista de
fama mundial. La casa de los Wittgenstein atraía a gente culta, especialmente a
los músicos. La familia recibía visitas frecuentes de artistas como Gustav
Mahler. Toda la educación musical de Ludwig sería muy importante para él.
Incluso utilizó ejemplos musicales en sus escritos filosóficos. Otra no tan
afortunada herencia que pudo haber tenido fue la tendencia al suicidio:
tres de sus cuatro hermanos varones se quitaron la vida.
Wittgenstein
mantuvo una posición muy crítica sobre sus colegas filósofos e incluso sobre lo
que podían opinar de él otras figuras del ámbito científico. En sus opiniones,
como siempre, no se mordía la lengua:
Me
es indiferente que el científico occidental típico me comprenda o me valore, ya
que no comprende el espíritu con el que escribo. Nuestra civilización se
caracteriza por la palabra progreso. El progreso es su forma, no una de sus
cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en
construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al
servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la
claridad, la transparencia, es un fin en sí.
En
1919 renunció a la parte de la fortuna familiar que había heredado cuando su
padre murió. El dinero fue dividido entre sus hermanas Helene y Hermine y su
hermano Paul, y Wittgenstein insistió que le prometieran que nunca se lo
devolverían.
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