martes, 29 de marzo de 2016

Michel Foucault

MICHEL FOUCAULT  (1926-1984)

Nació el 15 de octubre de 1926 en Poitiers en el seno de una familia de médicos. Padeció de depresión aguda a causa de su homosexualidad, intentando suicidarse en distintas ocasiones. Afiliado al Partido Comunista Francés de 1950 a 1953.

Cursó estudios de filosofía occidental y psicología en la École Normale Supérieure de París. Se graduó presentando una tesis sobre historia de la locura en la época clásica que se publicó en 1962. En los años 60, dirigió los departamentos de filosofía de las Universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes.
Cuando murió, el 25 de junio de 1984, Michel Foucault era el pensador más famoso del mundo. Aunque quizá fuese algo menos popular de lo que había logrado serlo Jean-Paul Sartre después de la Segunda Guerra Mundial, desde fines de los 60 su obra ocupó el lugar central.
Michel Foucault murió a los 57 años: tenía sida en una época en la que la enfermedad era rápidamente mortal. El virus que la causa había sido descubierto, apenas un par de años antes de que el filósofo muriese, por Luc Montagnier, un investigador que fue discípulo del doctor Paul Foucault, padre de Michel.


Contexto en el cual vivió

La vida personal de Foucault en la École Normale fue difícil —sufrió de depresión aguda debido a la angustia por su homosexualidad e incluso intentó suicidarse varias veces. Como resultado de ello, fue llevado a un psiquiatra y durante este tiempo, quedó fascinado con la psicología y obtuvo una licenciatura en esta disciplina, una calificación muy nueva en Francia en el momento, además de una licenciatura en filosofía en 1952. Estuvo involucrado en la psicología clínica, que le expuso a pensadores como Ludwig Binswanger.
Foucault fue miembro del Partido Comunista Francés de 1950 a 1953. Su mentor, Louis Althusser, le indujo a ingresar en él, pero pronto se desilusionó con la política y la filosofía del partido.


Principales aportes a la filosofía

Aportes para una nueva filosofía política
Ciertamente es una tarea difícil el intento de encasillar a Michel Foucault dentro de un ámbito determinado del saber, porque ¿qué es en última instancia? ¿un historiador, un historiador de las ideas, un filósofo -con pleno derecho a la palabra-, un intelectual o un simple profesor -como gustaba definirse-? Fiel al estilo de la singularidad y preocupado por darle a su trabajo un sesgo propio, la obra y el pensamiento de Foucault rebasan de lleno estas totalizaciones. No obstante, es preciso reconocer que algunos núcleos problemáticos aparecen en su obra de manera más o menos constante, lo que permite ubicar estos problemas dentro de ciertos campos con alguna precisión. En realidad la riqueza del pensamiento de Foucault reside en el hecho de combinar algunos temas ya clásicos de la filosofía -como el problema del poder, la historia o la ética- con algunas otras cuestiones absolutamente nuevas y originales -como el problema de la sexualidad, la locura y el encierro. Es posible enhebrar todas estas cuestiones a partir de una posición fundamental: en esencia la filosofía es, para Foucault, una ontología del presente.
Sin embargo el planteo del presente ha implicado para Foucault la necesidad de considerar el modo de constitución de la sociedad y del régimen de verdad también presentes. Siguiendo la línea trazada por Nietzsche, Foucault afirma que la verdad no queda ajena a la cuestión del poder; la verdad se produce de acuerdo a múltiples relaciones y luchas por el poder, a disputas, a agonísticas constantes que conllevan efectos en los individuos, en las instituciones, y por supuesto en el amplio dominio del saber.


Pensamiento principal del filósofo

Su pensamiento se desarrolló en tres etapas, la primera, en Locura y civilización (1960), que escribió mientras era lector en la Universidad de Uppsala, en Suecia, estudia, a través de la modificación del concepto de "locura" y de la oposición entre razón y locura que se establece a partir del siglo XVII, la necesidad que tienen todas las culturas de definir lo que las limita, es decir, lo que queda fuera de ellas mismas. En su segunda etapa escribió Las palabras y las cosas (1966), que lleva como subtítulo Arqueología de las ciencias humanas, donde dice que todas las ciencias que tienen como objeto el ser humano son producto de mutaciones históricas que reorganizan el saber anterior, recreando un conjunto epistemológico que define en todos los dominios los límites y las condiciones de su desarrollo. Su última etapa empezó con la publicación de Vigilar y castigar, en 1975, donde se preguntaba si el encarcelamiento es un castigo más humano que la tortura, pero se ocupa más de la forma en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos.


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